“Para nosotros, los del teatro, es importante regresar a Shakespeare por un momento. Después, volver a hacer nuestras propias cosas dándonos cuenta de que nada de lo que podamos hacer podrá llegar a ser tan bueno. Este sentido de la perspectiva no es desalentador, es una inspiración”.



Peter Brook




martes, 20 de julio de 2010

Aplausos, despedida y cierre








BALANCE DE LA VI EDICIÓN DEL FESTIVAL DE TEATRO RAFAELA 2010



Con la presentación de 18 espectáculos en 33 funciones, y con un número de espectadores que superó los 10 mil, el encuentro finalizó el domingo por la noche y volvió a dejar un saldo altamente positivo



Publicado por El Ciudadano el martes 20 de julio de 2010



Por Miguel Passarini



Muchos aplausos y ovaciones, la inevitable despedida y el cierre festivo de un evento consolidado que deja la sensación de que habrá Festival de Rafaela por mucho tiempo. Sucede que por cinco jornadas, 18 compañías argentinas de diferentes puntos del país, pasaron por la VI edición del Festival de Teatro Rafaela 2010, con 33 funciones en diversas salas y espacios no convencionales, y con un número que superó los 10 mil espectadores, lo que confirma, una vez más, el éxito de un evento que tiene como mayor capital el apoyo incondicional del público local y de localidades vecinas, una estupenda programación curada por el director Marcelo Allasino (La Máscara, Punto T) y una organización extremadamente cuidada que muchas instituciones que producen actividades semejantes deberían imitar.
Organizado por la Municipalidad de Rafaela, el festival tiene también a favor la clara convicción del intendente local Omar Perotti de llevar a la ciudad un punto más arriba, apelando a “bienes culturales de calidad, convirtiendo a Rafaela en un polo cultural de referencia nacional”, como suele decir en sus discursos (algo que ya es una realidad), dado que, más allá del teatro, la música y la plástica, se conoce a la zona como “la cuenca lechera” más importante del país, entre otras potencialidades que ofrece la también llamada “perla del oeste”.
Con el apoyo del Ministerio de Innovación y Cultura de la provincia y el Instituto Nacional del Teatro (INT), el evento, que finalizó el domingo último con la presentación del clásico rosarino Desconcierto grosso, de Salvador Trapani y Esteban Sesso, permite en la presente edición hacer
algunos recortes interesantes en relación con temáticas, poéticas y problemáticas del teatro argentino actual.
Por un lado, la fuerte presencia del teatro-circo, con trabajos como el de la compañía rosarina Pato Mojado, que ofreció en barrios y vecinales su espectáculo Patologías, del mismo modo que el estupendo Casicapresse, a cargo de Naná y Tomate (Buenos Aires), que toma como referencia
fundante (del mismo modo que el trabajo rosarino) la impronta irreverente y contestataria de los payasos de calle latinoamericanos, que han sabido transformar la falta de presupuesto y las dificultades en una virtud.
Por otro lado, la masculinidad y sus supuestas certezas, se vieron cuestionadas en los estupendos Un hueco, de Patricio Aramburu, Nahuel Cano, Alejandro Hener (actores), bajo la dirección de Juan Pablo Gómez, y Un poyo rojo, trabajo de danza-teatro con dirección de Hermes Gaido y la interpretación de Luciano Rosso y Nicolás Poggi (ambos de Buenos Aires).
En el primero, tres amigos de pueblo se reúnen en el velatorio de un cuarto, que es velado en el club donde compartieron parte de su infancia. Se trata de un trabajo en el que prevalecen las actuaciones y la apropiación de un espacio atípico para el teatro como, en este caso, el vestuario real del Club Atlético de Rafaela (foto).
En el segundo, que en pocos días se presentará en España invitado por el proyecto Iberescena, dos gimnastas se resisten al deseo que surge entre ambos personajes de modo natural mientras comparten, también, un tiempo en el vestuario. Se destacan la originalidad, destreza y una incuestionable calidad técnica. Sin embargo, a diferencia de muchos espectáculos de características similares, aquí la técnica está puesta al servicio de una historia, algo que el público
reconoce y agradece.
Dos biodramas marcaron la diferencia en relación con un teatro que obliga a la reflexión frente a otro en el que prevalece la risa. Por un lado, la propuesta cordobesa Carnes Tolendas. Retrato escénico de un travesti, y por otro, la singular propuesta rafaelina Fanto, del grupo En Alaska.
Carnes Tolendas. Retrato escénico de un travesti, de María Palacios y Camila Sosa Villada, por Banquete Escénico, ofrece el testimonio de una travesti en escena (de un talento y recursos inusuales) que relata su vida al tiempo que esa realidad se ve atravesada por la ficción que ofrecen textos de Lorca como La casa de Bernarda Alba, Yerma o Doña Rosita la soltera.
Por el lado de Fanto, montado a partir de una coproducción con la municipalidad (se presentaron dos espectáculos dentro de este apartado), ofrece, de la mano del talentoso director y escritor Santiago Allassia, la recopilación de los fragmentos de vida del legendario actor rafaelino José Pepe Fanto, quien también en escena recupera esos fragmentos al tiempo que repasa momentos
dolorosos de su propia existencia: la niñez, su relación con sus padres y el teatro, al que entiende como un “campo minado” en el que dejó, merced a su vasta trayectoria, momentos inolvidables para la escena santafesina.
De una programación variada, pero al mismo tiempo clara y coherente, también se destacaron propuestas como La gracia, dirigida por Rubén Szuchmacher sobre dramaturgia de Lautaro Vilo, con las actuaciones de la incuestionable Berta Cagliano y Juan Manuel Torres. La obra, que formó parte del ciclo Decálogo, curado y coordinado en Buenos Aires por Matías Umpiérrez, se revela como un desafío entre la tensión de una víctima y un victimario que pueden invertir sus roles. Del mismo modo, Mónica Cabrera, un clásico de Rafaela, estuvo de regreso con el desopilante The Victory to la Madrecita, en el que la actriz, más conocida por sus unipersonales, está acompañada en escena por la talentosa Teresa Murias. También se destacaron los rosarinos
de El Rayo Misterioso, que sorprendieron con su último y vibrante espectáculo, Dionisos aut, y los integrantes de El Bachín Teatro, uno de los pocos grupos argentinos que ha sabido resignificar el teatro político, con Teruel y la continuidad del sueño.
Párrafo aparte merece el inolvidable unipersonal Nada del amor me produce envidia, un melodrama de cliché realizado por dos reconocidos cineastas: Santiago Loza en la dramaturgia y Diego Lerman en la dirección, con la minuciosa y preciosista actuación de María Merlino. Apelando a los tangos de la década del 30 y a la conocida rivalidad entre Libertad Lamarque y Eva Duarte, la propuesta sumerge al espectador en el universo de una costurera de barrio que tuvo su posible momento de fama y que lo dejó pasar, apesadumbrada por el miedo de “ser alguien”.



PEDIDO A BINNER
Poco después del acto de apertura del pasado miércoles, al que por primera vez asistió el gobernador de la provincia Hermes Binner (también oriundo de Rafaela), el intendente Omar Perotti aprovechó la oportunidad, y en medio del marco festivalero le solicitó a Binner y a la ministra de Innovación y Cultura, Chiqui González, la creación de la carrera Profesorado de Artes en Teatro, formación académica que los teatristas rafaelinos necesitan para sumar un punto más a una ciudad donde el teatro llegó hace muchos años con grupos que hicieron historia, pero que en el último tiempo, y a raíz de la vidriera en la que se convirtió el festival, ha vuelto a
recuperar la fuerza de antaño. Del mismo modo, y dada la repercusión nacional que tiene el evento, desde la organización se evalúa la posibilidad de extender el festival al menos un día más en 2011, para agregar más espectáculos así como también nuevas funciones de los ya programados.

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