“Para nosotros, los del teatro, es importante regresar a Shakespeare por un momento. Después, volver a hacer nuestras propias cosas dándonos cuenta de que nada de lo que podamos hacer podrá llegar a ser tan bueno. Este sentido de la perspectiva no es desalentador, es una inspiración”.



Peter Brook




martes, 6 de julio de 2010

Exaltación del ocio creativo



La bailarina y coreógrafa Cristina Prates, reconocida el sábado como “Artista distinguida de la danza” por el Concejo Municipal, consigue con “Dolce far niente” momentos de humor que invitan a la reflexión

DOLCE FAR NIENTE
Dirección: Cristina Prates
Intérpretes: Diego Ullúa, María Rosa Mognaschi,
Yerutí García Arocena, Lorena Concari
Música: Schubert, Mozart, Claudio Bolzani
Sala: La Comedia, El Rayo Misterioso




Por Miguel Passarini
“El hombre más poderoso es el que es dueño de sí mismo”. Acaso la contundencia de una de las más célebres frases de Seneca sirva para entender la génesis de Dolce far niente, último espectáculo estrenado por el reconocido grupo local de danza-teatro Seisenpunto, que el sábado último festejó con una función gratuita en La Comedia sus 30 años de trayectoria, con la proyección previa de un video que sobrevoló las tres décadas de trabajo desde el estreno de Música para alegrías y tristezas, de 1980, cuando aún se llamaban Grupo de Danza Contemporánea de Rosario, hasta la actualidad.
La propuesta invita a repensar un mundo donde el ocio y el tiempo propio parecen estar relegados por la compulsión al trabajo y a la satisfacción de cuestiones materiales que alejan del real sentido de la vida. Dirá uno de los personajes: “¿Qué queremos ocultar con tanto trabajo?, ¿Qué queremos tapar con la obsesión que provoca la adicción al trabajo?”.
Lo ocioso pero no lo banal, eso que libera el cansancio al mismo tiempo que puede revelarse como un campo de búsqueda, autoconocimiento y creatividad, transitan el orden temático de Dolce far niente, cuya traducción, “el dulce no hacer nada”, da sentido a la frase tantas veces escuchada por generaciones de abuelos italianos que llegaron a América, básicamente a trabajar, y veían en el descanso y el ocio una “pérdida de tiempo”.
Tanto es así que una frase dicha por el padre de la directora en su niñez fue uno de los disparadores del trabajo: “La pereza por ser amiga empieza, después de ser amiga se hace tirana, causa luego gravísimos perjuicios y por último es vicio, que roba el bienestar, mata la calma y te desgarra sin piedad el alma”.
Después del barroco El jardín que ruge, un espectáculo de una profunda belleza formal pero por momentos vaciado de sentido, que contó con la dirección de Marcelo Díaz (quien participó como director invitado), la agrupación que lleva adelante Cristina Prates, reconocida con justicia el sábado como “Artista distinguida de la danza” por el Concejo Municipal (ver aparte), retomó la vieja impronta en la que prevalecen el humor, la fuerte presencia de lo femenino y la búsqueda de sentidos que lejos de volverse unívocos ponen en duda algunas “certezas”, juegan con lo supuestamente correcto y aceptado, accionan en el imaginario del espectador para dejar, al menos, algunos interrogantes respecto de eso que “debe hacerse” aunque no se tengan ganas.
En el espectáculo se juegan las diferencias entre el ocio y la pereza (quizás porque el ocio puede ser creativo y la pereza, sólo pereza), las arbitrariedades del movimiento como nexo entre lo narrativo (la palabra) y las acciones más ligadas con lo teatral, y los bordes “borrados” de ciertas instancias en las que la improvisación dio sus frutos a partir de los textos de Seneca, en particular los que aparecen en Argumentos para la sociedad del ocio, donde también se enfrentan a la “cultura del trabajo” plumas ilustres como las de Adorno, Barthes, Swift o Wilde.
Pero el espectáculo se vale también de esos otros textos, vivencias o ideas propias acerca del tema que aportaron los bailarines-actores.
A la espera de las reposiciones de los recordados Cuatro cuartos y Rojo, que verán la luz nuevamente durante agosto, Dolce far niente, si bien no está entre lo mejor de Seisenpunto, supone una transición, un momento de tranquilidad, un espacio para la reflexión, para pensar, y sobre todo, para disfrutar del ocio como un momento creativo, un gran desafío para el grupo si se piensa en la hipótesis de contar con el cuerpo y el movimiento “el no hacer nada”.

Reconocimiento a una gran trabajadora

Una emocionada Cristina Prates, quien subió al escenario tras la función del sábado para recibir el cariño de muchos de los integrantes de Seisenpunto que se hicieron presentes en el homenaje (los de ahora y los que a lo largo de estos años pasaron por la compañía), fue sorprendida por la concejala Clara García y el secretario de Cultura municipal, Horacio Ríos, entre otros, que se hicieron presentes para entregarle el diploma como “Artista distinguida de la danza”, en reconocimiento a “su invalorable aporte a la cultura de la ciudad”.
El proyecto para reconocer a Cristina Prates fue presentado por la edil del bloque Socialista, a quien acompañaron algunos de sus pares de bancada como también de otros partidos. “Esto es demasiado, me dijeron que había una sorpresa, pero esto es demasiado, no me lo esperaba”, dijo Prates conmovida. El cerrado aplauso y la ovación de la platea confirmaron la acertada decisión del Concejo, en una ciudad donde desde lo institucional no suele reconocerse la tarea y trayectoria de los grandes artistas locales como es el caso de Prates.
“Ayer (el lunes) ya fui a ensayar otro trabajo, justo ayer, 5 de julio, cuando se cumplieron exactamente los 30 años del debut del grupo. El reconocimiento no cambia mis cosas, hubiese deseado que digan que no tengo que lavar más los platos”, contó con humor a este diario Cristina Prates, quien agregó: “Estoy muy feliz, pero yo seguiré trabajando, a lo mejor más adelante tome conciencia de lo que implica el reconocimiento, pero el sábado me emocionó mucho porque no lo esperaba. Y me puse a pensar en el cariño de la gente que me rodea, porque necesitaron avales para conseguir la distinción, pero yo de eso me enteré después, cuando supe todo lo que habían trabajado mis compañeros, la gente de las escuelas donde trabajé y trabajo, mis amigos”.
Finalmente, la coreógrafa detalló: “Es algo que tenían planeado desde febrero, todos están muy contentos y sobre todo el público, que me sigue saludando. El sábado, muchos me decían que me lo merecía, y eso es muy fuerte. Como no sabía que lo iba a recibir, no tenía nada preparado, me quedé sin palabras. Aprovecho ahora para dedicárselo a todos los docentes con los que trabajé y trabajo, a la gente que, como yo, sigue dando clases, a los directores, vestuaristas, escenógrafos y bailarines que pasaron por Seisenpunto, que son muchos; a los periodistas que nos han apoyado, y a los alumnos que estaban ahí. También fue fuerte porque estaba mi familia, algo debí sospechar porque todos ya habían visto el espectáculo. Un primo mío me dijo: «Cristina, como te quiere la gente», y después recibí un mail de mi sobrina que me decía que están orgullosos de mí, eso es lo más hermoso que me puede pasar”.

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