“Para nosotros, los del teatro, es importante regresar a Shakespeare por un momento. Después, volver a hacer nuestras propias cosas dándonos cuenta de que nada de lo que podamos hacer podrá llegar a ser tan bueno. Este sentido de la perspectiva no es desalentador, es una inspiración”.



Peter Brook




sábado, 3 de julio de 2010

"La danza me ha salvado"



CONMEMORACIÓN.

La bailarina y coreógrafa rosarina Cristina Prates habla de Seisenpunto, grupo de danza-teatro que, con una función de “Dolce far niente”, comienza a festejar esta noche, a las 21, en la sala municipal La Comedia y con entrada gratuita, sus 30 años de vasta trayectoria



Por Miguel Passarini

Un espacio de pura creación, siempre de puertas abiertas, con gente que pasó, se quedó o partió a conquistar otros horizontes. Se trata de una descripción (entre tantas posibles) de las particularidades del grupo de danza-teatro rosarino Seisenpunto, que comienza hoy con los festejos de sus tres décadas de historia, en las que brillan una serie de propuestas que transitaron estéticas y lenguajes en los que la experimentación se revela como uno de los rasgos característicos.

El próximo lunes se cumplirán exactamente 30 años desde que las bailarinas y coreógrafas locales Cristina Prates y Ruth Paccotti crearan el grupo Danza Contemporánea de Rosario, que con el correr del tiempo se transformaría en Seisenpunto, el mayor referente rosarino en materia de danza-teatro. Pero esta noche, en conmemoración del tiempo transcurrido, el grupo que lleva adelante Cristina Prates ofrecerá una función gratuita de su último espectáculo, Dolce far niente, a las 21, en La Comedia (Mitre y Ricardone). Un poco antes, un video recorrerá los 30 años de producción: “Las imágenes del principio serán fotos, porque de esos años tenemos algún material en Super 8; pasó tanto tiempo… y acá estamos, seguimos trabajando”, contó Prates en diálogo con el diario El Ciudadano.

Desde Música para alegrías y tristezas, de 1980, hasta el estreno de Dolce far niente del año pasado, “una reflexión, un canto, al ocio, «al dulce no hacer nada»”, según detalla el parte de prensa acerca del espectáculo del que participan María Rosa Mognaschi, Yerutí García Arocena, Lorena Concari y Diego Ullúa, con música de, entre otros, Schubert y Claudio Bolzani, más de veinte propuestas han marcado las diferentes etapas del grupo, cada una con sus características, cada una con su gente, cada una con las referencias propias de un grupo marcado por la diversidad, la buena onda, un profundo sentido del humor y un particular interés por el rol de la mujer.

“Estamos muy contentos con el festejo, porque es mucho tiempo el que ha pasado y nunca paramos. En aquellos primeros años, en esas primeras fotos, nos vemos todos tan jóvenes que es verdaderamente muy fuerte: la verdad es que me parece mentira que haya pasado tanto tiempo, porque uno va trabajando, se van pasando los años, y hasta que no llega un momento como este, no te das cuenta. Es muy gratificante el reconocimiento de las generaciones nuevas que vienen y te dicen: «Prates, mirá todo lo que hiciste». Uno hace todo el tiempo y seguiremos haciendo, porque por el momento no pienso en el retiro. Además, me emociona mucho el cariño de la gente, de un público que conoce nuestra producción y que nos sigue desde hace muchos años”, relató la coreógrafa.

Cristina Prates reflexionó acerca de lo que hubiese sido su vida alejada de la danza, una elección que hizo siendo muy joven. “Creo que no podría haber vivido, pienso qué hubiera sido de mi vida si hubiese terminado la carrera de abogacía; si hubiese sido abogada, no hubiese sido nunca tan feliz, porque la danza me ha salvado de muchas cosas, y no sólo hablo de este grupo, sino también de los talleres de la Escuela de Danza Nigelia Soria, que cumplió veinte años en 2009. La creación con estos grupos de trabajo son momentos de mucha alegría, de felicidad, y a mí me gusta trabajar, me gusta estar ensayando en mi taller, me gusta hacer”, contó la directora, quien reconoció que las limitaciones técnicas y económicas han incentivado siempre el ingenio: “Es verdad que las limitaciones agudizan la creatividad. Hay gente afuera que tiene unos espacios impresionantes y presupuestos, y no hacen grandes cosas. Siempre que pienso en las limitaciones, me acuerdo de la época del proceso: hacíamos cosas buenísimas, muy osadas para lo que estaba pasando; bueno, esa era una manera de transgredir. Me viene a la cabeza un libro sobre la creación que se llama Free play (de Stephen Nachmanovitch), donde se explica cómo los límites te ayudan a creador cosas, porque de un modo u otro, todos somos limitados y a esos limites hay que empujarlos”.

Respecto de Dolce far niente, espectáculo que sigue a propuestas como Vi luz y subí (1992), Manchas de aceite violeta (1996), Rojo (1996, nueva versión 2002), Cuatro cuartos (1999), In corpore sano (2001) y El jardín que ruge (2006), expresó la bailarina: “Fue una idea que me vino a la cabeza porque yo estoy en un momento de mi vida en el que le dedico tiempo al ocio creativo: el ocio te ayuda a reflexionar, es «el parar un poco». El ocio es ponerse a pensar; además, algo que decimos en la obra, es que uno reflexiona cuando está ocioso, cuando tiene un tiempo para descansar, del mismo modo que los sueños, que aparecen cuando uno descansa”.

Respecto del modo de trabajo, Prates dijo finalmente: “La circularidad de roles es una marca del grupo, y más allá de que una coreografía pueda partir de una idea mía, cada uno aporta lo suyo en función de las improvisaciones, donde aparecen los textos y a partir de eso se improvisa. Por ejemplo: muchos de los textos de este espectáculo fueron extraídos de conversaciones del grupo sobre el tema y hay cosas de Lucio Anneo Séneca. Después cada uno habló y acercó lo suyo desde su entorno: lo que decían las abuelas, los amigos o mi viejo, está en la obra de algún modo, que es un poco lo que dice todo el mundo respecto del descanso y el placer”.

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