“Para nosotros, los del teatro, es importante regresar a Shakespeare por un momento. Después, volver a hacer nuestras propias cosas dándonos cuenta de que nada de lo que podamos hacer podrá llegar a ser tan bueno. Este sentido de la perspectiva no es desalentador, es una inspiración”.



Peter Brook




lunes, 8 de noviembre de 2010

Los cuerpos como metáfora



ESTRENO TEATRO. Los sábados, a partir de las 22, en la sala El Rayo, de Salta al 2900

La directora y docente Mónica Martínez, al frente del grupo BBLQ Teatro, trabaja en “Omnis terra” problemáticas como el poder, la identidad cultural, el rol de la mujer en la cultura y la violencia de género

Por Miguel Passarini (Publicado en El Ciudadano & la gente) Buscando abordar el concepto de antropofagia (el consumo de carne humana), un equipo de artistas interdisciplinario liderado por la titiritera, docente y directora Mónica Martínez, al frente del grupo BBLQ Teatro (lo que fue hasta hace algunos años Birlibirloque, creado en 1988), estrenó el sábado, en El Rayo (Salta 2991), Omnis terra, una experiencia teatral de ribetes performáticos de la que participan las actrices María Eugenia Avecilla y Jesica Bacchi, con la presencia en escena del músico Coke Ramíres en carácter de artista invitado (el espectáculo seguirá en cartel los restantes sábados del mes). Este trabajo surge en el Taller de Objetos que Mónica Martínez lleva adelante con alumnos de la Escuela Provincial de Teatro y Títeres Nº 5029 (Viamonte y Moreno), luego de la experiencia que la directora realizara en el marco de un taller con el maestro francés Phillippe Genty en 2008, en Bariloche, uno de los padres del nuevo teatro con más de tres décadas en la experimentación en el movimiento y el teatro con objetos, estéticas a partir de las cuales ha forjado una poética propia de la que se ha imbuido toda una generación de creadores de diferentes partes del mundo. “La experimentación con objetos y diferentes materiales nos ha llevado a abordar el concepto de antropofagia como eje de la investigación, a partir del cual se plantean temas como el poder, la identidad cultural, el rol de la mujer en la cultura y la violencia de género”, adelantó la directora, quien agregó: “Son dos actrices que desarrollan un juego escénico en donde su cuerpo, oculto o fragmentado, se constituye en una metáfora de los espacios que ocupa la mujer en diversas culturas. A su vez, los objetos orgánicos, en este caso papas, desde su materialidad y función cultural, tales como comida o alimento autóctono, se transforman en personajes que reivindican su ser como «pueblo oprimido». El resultado es un ritual donde víctimas y victimarios, humor, ironía, crueldad y un fuerte contenido simbólico, se despliegan para proponer una mirada a ciertos aspectos históricos y culturales desde un lenguaje teatral heterogéneo”.

—Presumo que hay un antes y un después en tu carrera artística a partir de la experiencia vivida con maestro francés Phillippe Genty en 2008 en Bariloche. —Sí, es a partir de esa experiencia con Genty que, de algún modo, surge este proyecto, más allá de que yo vengo desarrollando proyectos con distintos equipos de gente, que son el resultado de mi trabajo en la Escuela Provincial de Teatro y Títeres de Rosario. Omnis terra surgió en 2008, inmediatamente después del seminario con Genty en Bariloche y a partir de un taller que armé a mi regreso a Rosario donde traté de poner en práctica todo aquello. Primero se trató de una muestra de taller y ahora lo estrenamos como espectáculo, porque lo consideramos un proyecto muy interesante y porque, precisamente, marca un antes y un después en mi producción.

—Cada uno de tus proyectos ha sido singular, ¿cuál sería la particularidad de “Omnis terra”?

—La particularidad que tiene este trabajo está marcada por el tipo de objetos que usamos: no hay objetos como tales, o mejor dicho, no hay títeres; los que aparecen son objetos orgánicos, papas, que como signo van pasando por distintos lugares: por momentos son una metáfora, pero también integran imágenes y hasta son personajes. De todos modos, la propuesta tiene que ver con un interés mío por las claves del movimiento y la composición coreográfica, algo que traigo desde Periplo, uno de los primeros trabajos del grupo Birlibirloque, que llevamos adelante junto con Marcelo Díaz y con el que trabajamos muchos años. En ese sentido, creo que la experiencia con Genty le dio un cierre a muchas cosas que yo venía buscando, y al mismo tiempo, este trabajo implica un volver a empezar, algo que se completará con otra propuesta que estamos preparando para estrenar en marzo y que cuenta con el apoyo del Centro Cultural Parque de España.

—¿Por qué elegís trabajar sobre el concepto de antropofagia, algo que en ciernes ya implica una complejidad?

—Porque a comenzar a trabajar con las papas surgió una escena muy tremenda y al mismo tiempo irónica, en la que las actrices jugaban un doble rol entre ser sujeto y objeto: por un momento son unas cocineras que están preparando un puré y de repente las papas cobran vida, por decirlo de algún modo, y hay una reivindicación a los Pueblos Originarios a través de esa metáfora. Allí comenzó a ser muy fuerte el concepto que desprendía la obra, y a partir de ese momento nos metimos en un proceso de investigación bastante profundo en relación con problemáticas tales como el poder, la violencia de género e incluso a cierta reivindicación de las minorías. Hoy, todo eso circula dentro de la estructura y la temática de la obra. En cuanto a la forma, está resuelta a partir de coreografías, algo que se completa con música en vivo, en realidad efectos sonoros, y donde el músico también tiene un protagonismo, por eso yo insisto con la idea de performance, porque además de esa interacción dependerá el tiempo final de la obra, que ronda los 50 minutos.

—¿Cómo se armó este equipo de trabajo?

—Hay gente que se ha ido sumando, como en este caso, a BBLQ Teatro, por invitación mía, y lo digo con mucho orgullo porque son alumnos del taller, gente que voy formando y que a la vez tiene su propio recorrido, y en un momento coincidimos en la búsqueda de estas estéticas que no son muy comunes en el medio, donde todavía hay mucho por hacer.

—¿En qué momento termina Birlibirloque y empieza para vos una nueva etapa?

—Con Birlibirloque, compañía que creamos en 1988 con Marcelo Díaz y por la que ha pasado mucha gente, trabajamos hasta 2002 y el cierre fue Al compás del corazón. Después, yo seguí trabajando con el nombre del grupo en distintas propuestas como Personaje en la noche o Tríptico rojo, porque entendía que había que continuar con esa historia. En realidad, lo que fue apareciendo luego como búsqueda dentro del teatro con objetos hoy lo agrupo dentro de BBLQ Teatro, que es como la síntesis de Birlibirloque, y por otro lado están mis experiencias con bailarines o con otros artistas que están dentro de otro campo de investigación.

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