“Para nosotros, los del teatro, es importante regresar a Shakespeare por un momento. Después, volver a hacer nuestras propias cosas dándonos cuenta de que nada de lo que podamos hacer podrá llegar a ser tan bueno. Este sentido de la perspectiva no es desalentador, es una inspiración”.



Peter Brook




martes, 5 de julio de 2011

Eso que ocultan los vínculos




CRÍTICA TEATRO
El realizador cinematográfico rosarino Gustavo Postiglione construye un atractivo entramado de situaciones cercanas al melodrama con algo de policial negro, en la obra teatral “Algo sobre el amor”

ALGO SOBRE EL AMOR
Texto, dirección y puesta: Gustavo Postiglione
Asistencia de dirección: Maru Solana
Actúan: Claudia Schujman, María Celia Ferrero,
Caren Hulten, Juan Nemirovsky
Sala: CET, San Juan 842, viernes a las 22

Por Miguel Passarini (publicado en El Ciudadano & la gente en su edición en papel del miércoles 29 de junio de 2011)
Apelando a un lenguaje naturalista, en el que la cotidianeidad se filtra en medio de las instancias de un encuentro de amigos que no será uno más, el director de cine Gustavo Postiglione volvió a experimentar con el teatro a partir de Algo sobre el amor (ganadora de Coproducciones Municipales 2010), tras su primera incursión con la versión escénica de su película El asadito, estrenada en 2002.
A medio camino entre el melodrama y el policial negro, la propuesta echa raíces en las convenciones de un teatro más o menos conocido, aunque con un lenguaje que tiene, desde lo descriptivo, mucho de cinematográfico, lo que aporta una coloratura diferente al trabajo en el contexto de la escena rosarina contemporánea.
Un grupo de amigos, dos parejas, se encuentran una noche para cenar y hablar, algo que parece habitual, común, sin nada que pueda volverse imprevisto. Aunque como en un cuento de Chejov (no casualmente uno de los autores que sirvió como disparador para el montaje, del mismo modo que “Raymond Carver y algo de Joyce”, tal como relata el mismo director), lo imprevisto parece estar escondido debajo de la alfombra, y entonces, algo de eso que se ha callado y ocultado por mucho tiempo, algo que en ciernes podría modificar para siempre la continuidad de los vínculos tal como están planteados, saldrá a la luz.
Julia (Claudia Schujman) y Sofía (María Celia Ferrero) van a cenar una noche cualquiera a la casa de Mauro (Juan Nemirovsky) y Cecilia (Caren Hulten). Hablan, se chicanean, se critican veladamente. Cecilia habla compulsivamente por teléfono, al tiempo que descalifica a Mauro porque no tiene trabajo. Mientras tanto, Mauro deja entrever que lo que lo une a Cecilia está a punto de terminarse, porque la presencia de Sofía lo perturba. Beben alcohol, mucho. El alcohol afloja, tal como se suele decir, y entonces las chicanas y pases de facturas que se lanzan como cuchillos, derivarán en una siniestra confesión sobre algo que los unió en el pasado pero que no todos saben.
A nivel de estructura dramática, el conflicto desatado, servirá para alcanzar el mejor momento del trabajo, que se ve atravesado por una pretendida intervención musical de una serie de canciones que, de un modo u otro, van desentrañando cabos sueltos. Así, a modo de playbacks sobre las letras de las canciones, los actores “interpretan”, entre otras, “Me haces tanto bien”, de Amistades Peligrosas, o “Cuando me enamoro”, de Enrique Iglesias.
Es en ese mismo camino, que el recurso del musical, que no es explotado en su totalidad (la impronta recuerda a la del exitoso unitario Para vestir santos, escrito por Javier Daulte, que se vio el año pasado por Canal 13), encuentra sin embargo el tono de frescura que el conflicto necesita para descomprimirse, parar, y luego volver a comenzar, lo que dinamiza el discurrir de la puesta, lograda con unos pocos elementos escénicos que remedan un moderno living de un departamento.
A todas luces, Postiglione marca con Algo sobre el amor un gran crecimiento desde su primera incursión en las tablas. En primer lugar, porque el texto, escrito previamente, tiene la carnadura necesaria como para poder despegarse de lo que acontece en escena, más allá de cuáles hayan sido esos otros textos que sirvieron como antesala de la escritura. Por otro, el director se rodeó de dos de los mejores actores con que cuenta la escena teatral rosarina, Claudia Schujman y Juan Nemirovsky, los verdaderos pilares de un trabajo en el que los niveles de intensidad en los registros de actuación de todo el equipo deberán encontrar cierto equilibrio con el correr de las funciones, independientemente del esfuerzo notable de algunos pasajes por posicionar la actuación en un mismo nivel.
Por lo demás, el trabajo se plantea como un valioso intento por acercar al público a las salas y con la excusa de un melodrama (una problemática cercana) ofrecerle otra cosa (la confesión de algo doloroso y oscuro), buscando distanciarse de cierto lugar común de la escena rosarina en la que el público sólo parece estar dispuesto a la risa.
Tanto es así, que los minutos finales de Algo sobre el amor están a mucha distancia del comienzo en relación con el conflicto y la profundidad de lo que acontece en escena. Una de las frases que allí se escuchan sostiene que “la felicidad es algo que sucede a veces”. Después de ver cómo la vida de los personajes da un vuelvo radical tras la inesperada confesión, no quedarán dudas de que esa frase, que aparece como “escapada” de un cuento de Carver, servirá para dejar en claro que la felicidad aparece por resquicios y que del amor sólo se puede contar “algo”, porque todo sería imposible de soportar.

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