“Para nosotros, los del teatro, es importante regresar a Shakespeare por un momento. Después, volver a hacer nuestras propias cosas dándonos cuenta de que nada de lo que podamos hacer podrá llegar a ser tan bueno. Este sentido de la perspectiva no es desalentador, es una inspiración”.



Peter Brook




jueves, 15 de noviembre de 2012

Recorte de la escena nacional

9a EDICIÓN DEL FESTIVAL ARGENTINO DE TEATRO EN LA CIUDAD DE SANTA FE
La actriz y cantante María Merlino, en uno de los momentos de su unipersonal “Nada del amor me produce envidia”.

Luego de seis jornadas, finalizó el domingo en la capital provincial el encuentro que anualmente organiza la Universidad Nacional del Litoral, por el que pasaron una docena de espectáculos de distintos puntos del país y algo más de 6 mil espectadores



Por Miguel Passarini (Publicado en El Ciudadano & la gente, en su edición en papel del miércoles 14 de noviembre de 2012)
El Argentino de Teatro, festival que anualmente organiza la Universidad Nacional del Litoral (UNL) en la ciudad de Santa Fe, lleva con orgullo el estandarte de haberse constituido como tal en un momento complejo de la historia de esa ciudad: poco había pasado de la trágica inundación de 2003 cuando la decisión política (siempre se trata de eso) y un presupuesto inteligentemente utilizado hicieron que los santafesinos, sumidos en la tristeza y la desazón, empezaran en 2004 a curar algunas heridas con aplausos.
Así, con el paso de los años, el encuentro, cuya edición 2012 finalizó el domingo y durante 6 jornadas ofreció 12 propuestas con 17 funciones que sumaron en total algo más de 6 mil espectadores, además de encuentros públicos con creadores como Rubén Szuchmacher y Javier Daulte, presentaciones de libros y  muestras, deja saldo positivo, independientemente de algunas arbitrariedades en la programación, y con el ojo puesto en los festejos por la décima edición que se concretará en 2013.
Como es habitual, el Argentino de Teatro, que contó con el auspicio del Gobierno de la Ciudad de Santa Fe, el Instituto Nacional de Teatro (INT), la Asociación Amigos del Centro Cultural Provincial, el Círculo de Críticos de las Artes Escénicas de la Argentina (Critea) y Sadop, cerró con el estreno de una nueva producción de la Comedia de la UNL. Se trató de Una cruz en el mapa, de Sandra Franzen y Patricia Suárez, un relato con toques de realismo mágico que se instala en la casa de dos hermanas modistas en medio de un desolado y polvoriento pueblo de campaña. Más allá de algunas actuaciones desparejas aunque con momentos de lograda intensidad, el texto de Suárez es fiel a su pluma y a su consistencia dramática, atravesando temáticas tales como la soledad, el abandono, la sexualidad, y ese condimento especial que aporta a su escritura en relación con las historias puertas adentro acontecidas en pequeñas comunidades.
También en la jornada del domingo se pudo ver el efectivo unipersonal Naturaleza rota, de José Guirado con dirección de Gustavo Guirado (su padre), que conjuntamente con La tercera parte del mar, de Alejandro Tantanián, con dirección de Felipe Haidar, fueron las dos obras que participaron por Rosario (ver aparte).
Tras la reposición en la apertura de una única función de La penúltima oportunidad, con dramaturgia y dirección de Rafael Bruza, producción 2011 de la Comedia de la UNL, la primera jornada tuvo como cierre Mi vida después, de Lola Arias, propuesta que desde lo postdramático consigue entablar un diálogo con el
pasado, con las ausencias, las grietas y los abismos vinculares que dejó la última dictadura militar, tomando como paradigmas a seis actores nacidos entre los años 70 y 80 que buscan recrear desde sus cuerpos la juventud de sus padres a través de una serie de recursos que van desde fotos y grabaciones hasta proyecciones u objetos que se integran al espacio escénico-narrativo.
Más allá de la siempre efectiva presencia del grupo Cirulaxia con DeSastres, espectáculo estrenado hace una década con el que la compañía hace gala de su conocido talento para adaptar clásicos, el resto de las propuestas que llegaron desde Córdoba desdibujaron la programación del Argentino 2012. Por un lado, se vio el deslucido Al final de todas las cosas, de Daniela Martín, basado en textos de Sófocles; por otro, Teatro minúsculo, con la coordinación de Luciano Delprato, un inclasificable, desprolijo y sobre todo aburrido desatino escénico con pretensiones humorísticas que se presenta a modo de concert.
Entre los espectáculos probados y de gran calidad, aparecieron El centésimo mono, de Osqui Guzmán, en el que tres magos despliegan su talento en el marco de una singular historia; Escandinavia, de Lautaro Vilo, con la conmovedora actuación del actor, director y docente Rubén Szuchmacher, con el cual el creador volvió a la actuación luego de una década abocado a la dirección, y el muy festivalero Nada del amor me produce envidia, con dramaturgia de Santiago Loza, dirección de Diego Lerman, y la inolvidable actuación de la actriz y cantante María Merlino, a todas luces uno de los momentos más altos de la presente edición del Argentino, dada la contundencia de un texto que coquetea con lo histórico, una puesta simple pero de magnífica resolución y una interpretación de esas que por mucho tiempo quedan instaladas en el imaginario de la platea.
Además, integró la programación Biónica, de William Prociuk, en versión de un equipo mendocino con dirección de Ariel Blasco, que relata una historia de ciencia ficción acerca de un grupo de médicos que intenta cambiarle la vida a las personas a mediados de los 60, aunque la fábula habla, entre líneas, de cómo los hombres construyen a una mujer a partir de su deseo e imaginario.
Una vez más, e independientemente de la gestión privada de algunos elencos, al Argentino de Teatro le sigue faltando su pata local: qué mejor que unos días de puro teatro nacional en Santa Fe, y con la visita de creadores y prensa especializada, para ver, quizás en horarios alternativos y fuera de la programación, por dónde pasa la producción escénica de la capital provincial.

La leyenda del payaso sin cabeza


Un pasaje de “Naturaleza rota”, una reflexión poética que hace pie en el humor.
El clown José Guirado, oriundo de Rosario pero radicado hace algunos años en España, desembarcó el domingo en el Argentino de Teatro con Naturaleza rota, un compendio de momentos hilvanados con ternura y hasta cierta nostalgia, propia de la infancia, por el director teatral rosarino Gustavo Guirado, que supo impregnar de su poética el trabajo de su hijo, quien desde 2005 lleva adelante la compañía teatral Tuto Tul. Partiendo de la idea o concepto de que la confusión es una de las materias fundantes de los vínculos en los tiempos que corren, un clown intenta reconstruir su entorno y su relación con los seres que lo rodean, una serie de objetos inertes (en su mayoría, muñecas y maniquíes de distintas escalas) que, merced al colorido abanico de recursos con los que cuenta el artista, cobran vida en escena y hasta desafían las normas impuestas por la naturaleza, “rompiendo” con aquello que se corresponde con la tradición.

De este modo, y a través de una reflexión poética que hace pie en el humor, problemáticas ligadas con los vínculos, la búsqueda del amor y la relación con el ser amado, aparecen entre los temas más relevantes del espectáculo, un acto de pocas palabras y de comprensión universal con el que la dupla que integran padre e hijo entabla una infrecuente conexión con la platea.
Por otra parte, Naturaleza rota, ensayado entre Barcelona y Rosario, fue estrenado hace poco más de dos meses en el Festival Fringe de Madrid, una extensión del de Edimburgo.



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